El Cuadro



Me acabo de levantar pero aún no me he recuperado, me incorporo pensativo, doy una mirada rápida a la habitación, extrañado. Todavía es de noche, no aún no ha amanecido. Decido bajar la persiana, la luz del sol ahora mismo sería como rayos de ácido sulfúrico traspasándome. Me bajo de la cama de un salto pero dejo a mi cuerpo atrás, tumbado, no descansa, solo deja pasar el tiempo y además tiene los ojos abiertos. Prefiero vagar a oscuras porque es más fácil sentirse como un espectro flotante sin cargar con ese cuerpo lleno de pensamientos, cargas emocionales y responsabilidades. Ahora sólo es un recipiente carnoso cuyo interior es de sangre y vísceras que no veré jamás, a pesar de estar a escasos centímetros de mis manos, de mis ojos, a pesar de ser yo mismo. A oscuras es mejor. Mis hombros están caídos, mis postura natural es como si me oprimieran por los costados, como si me estrecharan por los brazos y por la espalda en un abrazo incómodo, pero me dejo pasivo. El cuadro esta a unos metros, tumbado boca abajo, lo asumo. Me digo que solo es un simple lienzo de hace siete años, escondido entre trastos, oculto apropósito. Un lugar al que no pienso volver, por lo menos en otros siete años. Una representación gráfica de sentido banal, con un significado potente que hace temblar mi sangre. Culpable de que haya decidido huir de mi propio presente y quedarme hacinado en mi cama por un tiempo del que todavía no estoy seguro. Hay halos de luz que se esconden sin éxito en algunos rincones, suficientes para percibir dónde están las paredes y dónde el suelo. Y donde el cuadro. Siento lo pies fríos también las manos, ahora un escalofrío en mi espalda, cada paso que voy hacía él es un paso más hacia un vórtice que me terminará de absorber y que me devolverá a aquel momento. A los tiempos ahora oscuros donde anteriormente más brillaba mi alma, mis ojos y mi más caliente estaba el corazón. No me hace falta más luz, lo recuerdo, palpo el suelo un poco, lo cojo y lo levanto. No debería. Ya lo tengo entre mi brazos, no debería pero lo retengo contra mi pecho. Dos supernovas colisionan pero no ocurre nada.

--------------------------------------------------ya no significa nada.

Aquella tarde acababa de llover, pero apenas hacía frío. Caminaba hacia un parque con la camisa medio desabrochada, el aire entraba en mi. Vivía cerca de él. Hace sólo unos meses que se encontraban cada viernes por la tarde. Primero sólo coincidían y se miraban de reojo, uno dibujaba y el otro también, pero separados. Semanas después se saludaban, inducidos por la situación. Más tarde hacían comentarios meteorológicos y asépticos o se dedicaban frases espontáneas de cuando en cuando, un tímido intento de entablar la primera conversación que no llegaba. Él lo deseaba, el otro también pero nadie decía nada. Por la noche se imaginaba que le abrazaba, que lo miraba para siempre, que caía en sus ojos azules y que era el viento que entraba por su camisa, se imaginaba que se hablaban y que nunca había silencio. Juntos paseaban en bicicleta, juntos compraban en la frutería como si lo hicieran toda la vida, juntos se amaban. Se imaginó que el otro sabía lo que pesaba pero falló. Las estrellas del cielo, una noche de Octubre, eran todas fugaces y se precipitaban apropósito encima de los dos. Dañando arañando y destrozando sus ilusiones, imaginó que las heridas se curarían pero no. Una tarde juntos pintaron un cuadro, uno daba pinceladas amarillas y el otro de verde aguamarina. Uno hacía fotografías de el otro haciendo fotografías, uno cocinaba obras de arte en chocolate y el otro las adoraba. Uno amaba y el otro deseaba. Era su momento mas feliz, mi momento mas feliz, pero ya no podría recordarlo del mismo modo, ahora dolía. Ahora evitaba pensar en todo aquello.

Ahora el cuadro estaba frío, ahora sentía que  podía oler el viento, recodaba tocar su chaqueta en los abrazos, ahora puedo mirarle claramente a los ojos, los más preciosos que jamás he visto en mi vida, puedo escuchar su voz. Necesito parar esto, necesito apagar mis recuerdos, quiero abandonar mi cabeza. Esto resquebraja y destroza el dique que he construido en mi corazón. Me balanceo de un muro a otro, inclinado hacia delante, me decido, contra más fuerte sea el golpe más satisfactorio será olvidarse, todo la salida de emergencia de mis propios recuerdos y me incrusto contra un muro. Cuando empiezo a perder el sentido de la orientación sé que estoy en buen camino, ahora encuentro una puerta y la abro a cabezazos, es otra habitación y la recorro a empujones, todo sigue oscuro, mis manos ya no son sensibles ahora están buscando los lugares mas duros. No se cómo vuelvo a mi habitación, todos los libros, las fotografías, las pequeñas figuras, la ropa de la silla, los cuadros al óleo, los dibujos de la pared y cosas que no llego a reconocer con el tacto todo lo cojo, lo arranco y lo lanzo, pienso hacer que se colapse mi cerebro con todas las sensaciones que pueda percibir en el menor tiempo. Ya llega. Ahora doy tumbos entre papeles y bultos por el suelo, me uno al bullicio me toco a mi mismo y descubro sangre. No me duele, esta húmedo y es cálido. Aún tengo los ojos abiertos y veo delante mía el cuadro. Inevitablemente vuelven todos los recuerdos.

En el cuadro hay un dibujo abstracto.
Mi interpretación es Somos arte, infinitos y complejos, somos creativos y juntos creamos amor por unos instantes.